jueves, 5 de septiembre de 2013

Políticos y redes sociales, de momento un mal tándem


“Los políticos que dicen internamente que el público realmente no cuenta, no suelen durar mucho”, Gene Ulm, analista político estadounidense.

Esta interesante frase de Gene Ulm viene a introducir el asunto que hoy me ocupa y preocupa, ya que son los políticos, nuestros representantes los que deben de hacer esfuerzos para estar presentes en la vida de los ciudadanos constantemente. En el Reino Unido, los políticos elegidos gracias a las circunscripciones por las que se presentan deben mantener un nexo directo con los ciudadanos de su zona, de su condado. Además de sus perfiles en las redes sociales, poseen un perfil dentro de la web del parlamento británico en la que facilitan su número de móvil entendemos el de trabajo y una dirección de e-mail, además de sus cuentas en Twitter y Facebook. En esto, como en otros aspectos, otros países nos llevan la delantera.

En un interesante reportaje publicado hace unas semanas en el diario El País, titulado ‘Los políticos están en mantillas”, se hace un amplio rastreo sobre la presencia y utilización de nuestros políticos de las redes sociales. Que están en mantillas, ya lo dice el propio titular, está claro. Unos por sobreactuación y otros por falta de ganas o desconocimiento dejan estas nuevas herramientas para el uso de unos cuantos que creemos que nos dirigimos, ya estamos en él, hacia un espacio en el que se vierten opiniones de todo tipo, produciéndose flujos y reflujos dentro de la comunicación.

Los que aún no se han asomado al mundo de las redes sociales, simplemente porque no saben cómo se usan, yo les diría que se pierden uno de los vehículos más rápidos capaces de generar opinión inmediata en los usuarios y de establecer un contacto cercano con el ciudadano.

El uso de las redes sociales: Facebook y Twitter, las más utilizadas, aunque existen muchas más, son nuevos canales de comunicación con el ciudadano; canales idóneos para recibir respuestas y opiniones de los votantes que son, somos, al fin y al cabo, los que tenemos que decidir a quién queremos en un gobierno. Pero de esto, de la importancia de estas herramientas de comunicación sólo se han dado cuenta unos pocos.

El mal uso de las redes sociales, es decir, comentarios faltos de reflexión y sin sentido han servido también para que algunos de ellos, y no queremos mencionar nombres pero tenemos alguno en la cabeza, hayan servido para facilitar grandes titulares a la prensa. Los representantes públicos deben saber qué decir y qué no decir, cómo gestionar una crisis en sus cuentas de redes sociales, o ,llegado el caso, si es mejor no contestar o no comentar nada sobre lo que no se tienen datos exactos. Pero tampoco debemos olvidar que todos somos humanos y podemos cometer errores de base al desconocer el alcance que una opinión vertida por un político, o cualquier persona conocida, puede tener en las redes sociales. Se extiende como la pólvora.

De momento, seguimos siendo un país con un gran sentido del humor a pesar de las circunstancias y frente a cierto tipo de comentarios erróneos o mal armados, nos encontramos con respuestas ingeniosas, fruto siempre del buen genio e inteligencia de los usuarios de las redes sociales.

David Álvarez, dedicado a la gestión de redes sociales y asesoría política expone en el reportaje mencionado que: “El nivel (de nuestros políticos) es mejorable, pero vamos aumentando en cantidad y calidad”. Álvarez ha realizado un estudio según el cual, el 56% de los diputados tiene cuenta de Twitter. Sin embargo, el 20% de ellos no la usa, y 52 señorías —el 15% del hemiciclo— ni siquiera facilitan un correo electrónico donde los ciudadanos puedan escribirles, algo inaudito en otros países. “Mucho riesgo, poco beneficio, la ecuación no les sale y muchos no quieren asumirla”, estima Carlos Fernández Guerra, community manager y responsable del éxito de @policia, la cuenta pública más seguida de España. “La opinión tuiteada influye en la opinión publicada y ésta en la pública. Y el círculo funciona”. Vaya si funciona, añadiría yo.

Esta humilde escritora, articulista, periodista, ha buscado en las redes sociales a los políticos castellano-manchegos, mejor dicho, a los diputados regionales para ver su grado de maestría en estas lides. Lo primero a la hora de realizar esta búsqueda ha sido acudir a la página web de las Cortes Regionales de CLM para conocer los nombres y apellidos de todos los políticos que se encuentran en el parlamento regional, por provincias. Una vez apuntados los nombres, hemos comenzado a rastrear en Twitter y Facebook.

De este rastreo realizado al azar, ya que hubiera llevado varios días comprobar qué redes utilizan o no nuestros diputados regionales,  podemos comentar en una rápida impresión que aquellos que tienen Facebook, no usan Twitter, y algunos ni Twitter ni Facebook. Hay algunas excepciones, claro, pero no es cuestión de comenzar a enumerar todas las direcciones extraídas de esta entretenida labor.

Lo que no saben nuestras señorías regionales, al menos, bastantes de ellos, es que se impone una nueva forma de hacer política. Y esa forma de hacer política no es la de volver solamente a la calle a relacionarse con el ciudadano, sino que además de esto deben de acercarse a las redes sociales: un gran altavoz ciudadano que nos permite comunicarnos y decir lo que pensamos en todo momento y lugar sobre todo.

Para mi gusto, y desde luego hay otras opiniones, es Twitter la herramienta más rápida y ágil. Pero cada uno debe comunicarse a través de la que más le convenga o mejor sepa utilizar. Algunos políticos castellano-manchegos tienen perfiles en las dos redes mencionadas.

Por salir de esta región, ponemos como ejemplo al alcalde tuitero de Jun, localidad granadina, conocida ya mundialmente gracias a la gestión de comunicación que el propio alcalde José Antonio Rodríguez Salas @JoséantonioJun  realiza. No es difícil encontrar cada día al alcalde de Jun planteando cuestiones a los tuiteros y esperando respuestas a preguntas sobre la propia gestión del ayuntamiento que él gobierna o sobre aspectos informativos del día. El contacto es diario y fluido. Eso es lo que esperamos de nuestros políticos; un diálogo fluido con los ciudadanos. Y eso es lo que ha logrado José Antonio Rodríguez.

Pero también sabemos, los que tenemos algo de idea de gestión de redes sociales, que muchos de los perfiles de nuestros políticos en las redes están sustentados sobre las espaldas de asesores de confianza, que se transforman en gestores de esas cuentas. Al menos, estos gestores de redes sociales mueven las cuentas de estos políticos, pero lo cierto es que debería de ser un trabajo compartido, ya que el ciudadano acaba detectando en la falta de frescura que no es el político el que contesta a las demandas del ciudadano. Un trabajo compartido que me consta que algunos hombres y mujeres dedicados a la política hacen estupendamente. Se trata sólo de dedicar un tiempo al día para contestar a esos ‘amigos’ o ‘followers’. La disciplina también se impone en Facebook y Twitter, y aquellos que son más organizados acaban llegando más y mejor a los ciudadanos de su ciudad, comunidad autónoma, etc.

Les recordamos a nuestros políticos, a los más cercanos, que Barack Obama ganó la presidencia del Gobierno de EEUU en parte gracias a la mentalidad abierta de uno de sus muchos asesores, el español Juan Verde, codirector de la campaña electoral de Obama y experto en voto hispano, y a su apuesta por las redes sociales como canal de comunicación. Las cifras son espectaculares. El equipo electoral de Obama envió 13 millones de correos electrónicos, un millón de SMS con 7.000 mensajes distintos, 20 millones de vídeos en YouTube, etc. Barack Obama consiguió siete millones de seguidores en las redes sociales. El futuro de casi todo, también el de la política pasa sí o sí por estar y mantenerse activo en las redes sociales. Vayan afinándose, señorías, que siempre hay elecciones que ganar y el voto no se puede pedir seis meses antes. Los ciudadanos quieren saber más de sus políticos y si es posible tomarse algún café que otro. No estaría mal, ¿verdad?



CON LA REFORMA DE COSPEDAL, CUENCA PASARÍA A LA IRRELEVANCIA MÁS ABSOLUTA


Espectáculo sin parangón el contemplado el otro día en las Cortes de Castilla-La Mancha, cuando los diputados del PP presentaron y aprobaron con la presidenta Cospedal a la cabeza la proposición de ley para reformar el Estatuto de Autonomía con el fin de reducir el número de diputados autonómicos;  un texto que ha de ser enviado y aprobado después en el Congreso de los Diputados. Hemos reflexionado mucho y preguntado también. Y la cosa no pinta nada bien para los que seguimos creyendo en la Democracia y en que se haga un buen uso de las normas cuando se estime y requiera su conveniencia.

Menos diputados… y muchos ciudadanos opinando que mejor, que para qué tanto político. Los que, repetimos, creemos en la Democracia, sabemos que la política y sus representantes –cuya imagen ha caído en picado y lo sabemos- son esenciales para articular y dar forma a una normas del juego en torno a las cuales debemos de seguir moviéndonos. Por ello, les vamos a exponer lo que sabemos de todo esto.

Lo que se plantea con la modificación del Estatuto es abrir la puerta a la reducción del número de diputados en nuestras Cortes. Ahora hay una horquilla que llega hasta 53 diputados, y con esta modificación se quiere plantear una horquilla de 25 a 35. ¿Cuál es el truco? Reduciendo el número de diputados estás impidiendo en la práctica que formaciones minoritarias puedan acceder a las Cortes de CLM. Y por lo tanto, suponemos que lo que la Sra. Cospedal quiere es ir a un “tú a tú” con el PSOE, planteando además después una distribución de diputados en las provincias que pueda beneficiarle a priori. La distribución que parece ser plausible quedaría de las siguiente manera: 4 diputados en Cuenca, 5 en Guadalajara, 7 en Albacete, 8 en Ciudad Real y 9 en Toledo.

¿Qué es lo que ocurre? Hay una cuestión de forma que sí queremos apuntar en estas líneas y es que nunca se ha modificado el Estatuto de Autonomía de Castilla-la Mancha utilizando el procedimiento que ha utilizado el PP. ¿Cómo se ha hecho siempre? Pues durante estos 30 años de autonomía, los grupos políticos de las Cortes han abierto un periodo de intercambio de posiciones y cuando se ha llegado a un acuerdo son los dos grupos –en el caso concreto de nuestras Cortes- los que materializan una proposición de Ley conjunta en las Cortes. Pero ¡Ojo! nunca sin llegar a un acuerdo.

En este caso el PP lo ha hecho planteando ya en las Cortes su reforma sin consultar ni hablar con nadie. ¿Y para qué?, se preguntarán ustedes. Para que luego sólo se tenga el cauce parlamentario, es decir, enmiendas parciales a ese tipo de reforma concreta. Así las cosas, nos parece una barbaridad, un desatino, una falta de músculo político que sólo busca asegurarse la gobernabilidad de C-LM amparándose también en el bipartidismo.

Sería la primera vez en la historia de la Democracia española en la que se modifica un estatuto de autonomía sin el consenso previo del parlamento autonómico que se ve afectado. Hubo un antecedente: el plan Ibarretxe; un nuevo estatuto de autonomía para el País Vasco que se aprobó solo con los votos de los nacionalistas y que cuando llegó a Madrid fue rechazado por el Congreso de los Diputados porque no venía con ningún consenso. Cuando se dice esto, el PP se refiere siempre al Estatuto de Cataluña que tampoco llegó con ningún consenso. Pero ¡Atención! Una cosa es que no llegara con el apoyo del PP en Cataluña y otra que no tuviera consenso, que lo tenía del resto de las formaciones políticas del parlamento de Cataluña. Tal vez debamos mal pensar y decir que el PP parece que liga siempre ese consenso a que ellos estén presentes. En Cataluña sí había consenso aunque no estaba el PP. Repetimos, sería la primera vez que se modifica un estatuto de autonomía de forma unilateral.

Para muestra un botón, esto sería lo mismo que si un partido político pretendiera modificar la Constitución él solo. Saltarían por los aires todos los pactos constitucionales de este país. No podemos olvidar que los estatutos de autonomía son normas que conforman el bloque constitucional, una especie de constitución en pequeñito para cada comunidad autónoma; La Constitución Española junto con los estatutos de autonomía son las normas básicas de funcionamiento. Por lo tanto, si un partido político quiere modificar el estatuto de autonomía, y sobre todo lo quiere para cambiar las normas de juego democrático a su antojo esto es una vulneración total de cualquier espíritu de entendimiento.

Con la reducción del número de diputados se está limitando en la práctica la entrada en la Cortes regionales de formaciones minoritarias como por ejemplo IU y UpyD. Pero seguimos pensando mal y nosotros creemos que como ven que se desploman en las encuestas, que hay formaciones que están creciendo y llamando a la puerta de las Cortes para entrar, que son conscientes de no pueden pactar con nadie, pues o ganan por mayoría absoluta o no pueden gobernar porque no tienen capacidad de diálogo. Prefieren jugársela a la mayoría absoluta frente al PSOE, a saber casi con seguridad que no van a poder gobernar.

Podríamos apuntar además, porque nos hemos informado a fondo, que podrían existir distintas fórmulas. Ahora hay diputados por provincias, pero podría haber una circunscripción única en la región, de tal manera que se sumen todos los votos. Y, ¿esto a quien beneficiaría? A las formaciones minoritarias otra vez porque aún reduciendo el número de diputados con esta circunscripción única se perjudica menos a las formaciones como IU. El PP ejecuta, pues, la reducción de diputados y además las asignaciones a provincias para que sea imposible que entren las formaciones minoritarias. Ahí es donde está la clave. Lo quieren justificar con el ahorro, pero aún recordamos que hace un año el número de diputados pasaba de 49 a 53 y señalaban que esto no iba a suponer un incremento de coste.

Se han dado cuenta de que con esta distribución puede entrar IU en algunas provincias y han decidido ponerle coto. Pero otra cuestión, ¿cómo es posible que se refieran a esta reducción como una forma de ahorro cuando además han eliminado los sueldos de los diputados? Si los diputados no cobran, ¿dónde está el ahorro?, ¿qué importa el número de diputados si no cobran? Y otra cuestión más, ¿una comunidad como Castilla-La Mancha con 80.000 km2, con 919 municipios, tiene suficiente con 25 diputados? ¿Pueden tener las Cortes de  Castilla-La Mancha el mismo número de diputados que la Diputación Provincial de Cuenca o incluso menos diputados que los que tiene CLM en el Congreso de los Diputados?

Pero, y ¿Cuenca? Pues para Cuenca esta modificación significaría la irrelevancia política porque con cuatro diputados siempre serían dos por cada formación. Creemos que esto ya en sí mismo justifica alguna de las decisiones del Gobierno relativamente recientes. Y nos referimos a que da igual lo que se haga o se deje de hacer  porque el reflejo político en representantes siempre será dos por cada formación. Ya no me importa llevarme el Conservatorio a Albacete, o cerrar Colegios Rurales, o cerrar plantas del Hospital Virgen de la Luz porque el castigo electoral que puedan hacer los ciudadanos al partido en el gobierno no va a tener repercusión electoral, vamos nula.

El PP se opone a la desaparición del bipartidismo porque sabe que si desaparece pierden todas las opciones de gobernar en CLM. Órdago a la grande para ver si es posible continuar en el Gobierno. Cospedal se ha refugiado en CLM. Desde aquella rueda de prensa en la que habló de “indeminación en diferido” y la “simulación de los contratos”, su imagen de líder absoluta, prometedora y con ambiciones en el partido ha caído en picado. Y mucho más a raíz del tema de Bárcenas.  Cospedal es consciente de su pérdida de popularidad y que su único refugio, miren por dónde, es esta comunidad que quiere seguir gobernando saltándose todas las normas. No sabemos lo que ocurrirá porque no tenemos una bola de cristal, pero al menos podemos hablar ahora y no callar para siempre; hablar ahora antes de que los cauces de la libertad se vean afectados y nos quedemos más mudos si cabe. Es mejor hablar ahora a resignarnos y convertirnos en la aldea de Astérix y Obelix, aunque estos personajes nos parezcan muy simpáticos.