domingo, 15 de diciembre de 2013

Dimitir no es un nombre ruso


(Foto: Gema Ortega. La huella que deja el agua)
Tenía mucho dolor, declaró el consejero de Educación, Marcial Marín, refiriéndose a su mujer, que por el mero hecho de serlo ha conseguido saltarse las listas de espera quirúrgica del Hospital Universitario de Albacete. Aún teniendo muchos dolores, que no lo dudamos, eso no da pie, a que le atiendan antes que al resto de los humanos castellano-manchegos que se encuentran esperando el maná de la curación de su hernia discal, entre otras cosas.
En Castilla-La Mancha hay muchos enfermos esperando una cura en general y algunos con esta dolencia a los que ninguna gracia les ha debido hacer que la mujer del consejero se les haya colado. No es verdad eso de la igualdad. Al menos sabemos que en la triste realidad no se cumple. Volvemos pues a aquellos tiempos en los que era necesario conocer al conserje de turno o a la enfermera de la primera planta para que te hiciesen caso en el hospital. Aquellos tiempos del ‘Vuelva usted Mañana’ de Larra y otros tantas frases acuñadas como ‘Usted no sabe quién soy yo’ o, ‘Usted no sabe con quien está hablando’.
¡Qué pena de país que está retrocediendo 40 años atrás! Volvemos a repetir esquemas anteriores porque es lo que está mandado. El que estudia es porque puede y lo paga, el que se cura de una enfermedad es por lo mismo. Acabará siendo así si no hay remedio. Y que en este momento alguien conocido sea capaz de colar a su mujer en una lista de espera no es de ley. ¿Si tanta prisa le corría por qué no acudió a la sanidad privada, esa que tanto gusta a algunos miembros del Gobierno?
Si criticamos al Jefe del Estado por haberse operado en un hospital privado trayéndose de EEUU a un prestigioso cirujano español, ¿por qué no hacerlo también ahora?
Desde luego que este hecho, para nada anónimo, porque tiene dos protagonistas con nombres y apellidos, debería de haber servido o bien para inventar una mejor historia sobre los dolores de su esposa o para decir al menos ‘Lo siento mucho, no volverá a ocurrir’. Eso al menos.
Lo correcto, lo más correcto, sin embargo habría sido una renuncia al cargo, una retirada a tiempo reconociendo que se ha extralimitado al ‘colar’ a su esposa por ser quién es.
 Ahora recordamos también a aquel director del SESCAM que mandó operar a su madre porque también estaba muy enferma y organizó una operación semi-secreta una tarde del mes de abril trasladando al doctor y equipo médico de Albacete a Hellín. Este hecho le hizo dimitir.
En fin, que este tipo de actos, en los que uno utiliza el cargo para beneficio propio, habría sido motivo de renuncia inmediata. Pero eso en España no tiene mucho tirón.
Es cierto que ante circunstancias en las que algunos políticos se han extralimitado o pasado de la raya, incluido el Jefe del Estado, pedir disculpas es un ejercicio de limpieza. Es bueno pedir perdón, pero el perdón no sirve para nada si no le sigue otro acto: la dimisión.
El ciudadano, que siente ahora una gran desafección por los políticos y por la política, piensa que con estos hechos, el país se ha convertido en un rancho donde el poder es el que manda y los demás poco o nada tienen que hacer. Recuerden al menos que el ciudadano vota cada cuatro años y que cada vez perdona menos. También se dice por ahí que la memoria tiene las patas muy cortas. Es verdad. Pero en estos casos, la memoria tiene más alcance.
Todos sentimos dolores alguna vez. Todos tenemos o hemos tenido familiares en hospitales, y al menos de entre las personas que conozco y veo diariamente no han colado a nadie para que le curen antes de su enfermedad. Lo que es de ley es seguir luchando por una sanidad pública para todos incluidos los que en el fondo piensan que lo mejor es privatizar.. ¡Uy! Externalizar los servicios.

Los cargos públicos que nos representan porque son elegidos por los ciudadanos deberían de pensarse las cosas una, dos, cuatro veces. Volverlas a pensar y luego volverlas a mirar. Y además, pedir un buen consejo tampoco estaría mal. Cuatro ojos ven siempre más que dos.