(Foto: Gema Ortega. La huella que deja el agua)
Tenía mucho dolor, declaró el
consejero de Educación, Marcial Marín, refiriéndose a su mujer, que por el mero
hecho de serlo ha conseguido saltarse las listas de espera quirúrgica del
Hospital Universitario de Albacete. Aún teniendo muchos dolores, que no lo
dudamos, eso no da pie, a que le atiendan antes que al resto de los humanos
castellano-manchegos que se encuentran esperando el maná de la curación de su
hernia discal, entre otras cosas.
En Castilla-La Mancha hay
muchos enfermos esperando una cura en general y algunos con esta dolencia a los
que ninguna gracia les ha debido hacer que la mujer del consejero se les haya
colado. No es verdad eso de la igualdad. Al menos sabemos que en la triste
realidad no se cumple. Volvemos pues a aquellos tiempos en los que era
necesario conocer al conserje de turno o a la enfermera de la primera planta
para que te hiciesen caso en el hospital. Aquellos tiempos del ‘Vuelva usted
Mañana’ de Larra y otros tantas frases acuñadas como ‘Usted no sabe quién soy
yo’ o, ‘Usted no sabe con quien está hablando’.
¡Qué pena de país que está
retrocediendo 40 años atrás! Volvemos a repetir esquemas anteriores porque es
lo que está mandado. El que estudia es porque puede y lo paga, el que se cura
de una enfermedad es por lo mismo. Acabará siendo así si no hay remedio. Y que
en este momento alguien conocido sea capaz de colar a su mujer en una lista de
espera no es de ley. ¿Si tanta prisa le corría por qué no acudió a la sanidad
privada, esa que tanto gusta a algunos miembros del Gobierno?
Si criticamos al Jefe del
Estado por haberse operado en un hospital privado trayéndose de EEUU a un
prestigioso cirujano español, ¿por qué no hacerlo también ahora?
Desde luego que este hecho,
para nada anónimo, porque tiene dos protagonistas con nombres y apellidos,
debería de haber servido o bien para inventar una mejor historia sobre los
dolores de su esposa o para decir al menos ‘Lo siento mucho, no volverá a
ocurrir’. Eso al menos.
Lo correcto, lo más correcto,
sin embargo habría sido una renuncia al cargo, una retirada a tiempo
reconociendo que se ha extralimitado al ‘colar’ a su esposa por ser quién es.
En fin, que este tipo de
actos, en los que uno utiliza el cargo para beneficio propio, habría sido motivo
de renuncia inmediata. Pero eso en España no tiene mucho tirón.
Es cierto que ante
circunstancias en las que algunos políticos se han extralimitado o pasado de la
raya, incluido el Jefe del Estado, pedir disculpas es un ejercicio de limpieza.
Es bueno pedir perdón, pero el perdón no sirve para nada si no le sigue otro
acto: la dimisión.
El ciudadano, que siente
ahora una gran desafección por los políticos y por la política, piensa que con
estos hechos, el país se ha convertido en un rancho donde el poder es el que
manda y los demás poco o nada tienen que hacer. Recuerden al menos que el
ciudadano vota cada cuatro años y que cada vez perdona menos. También se dice
por ahí que la memoria tiene las patas muy cortas. Es verdad. Pero en estos
casos, la memoria tiene más alcance.
Todos
sentimos dolores alguna vez. Todos tenemos o hemos tenido familiares en
hospitales, y al menos de entre las personas que conozco y veo diariamente no
han colado a nadie para que le curen antes de su enfermedad. Lo que es de ley es
seguir luchando por una sanidad pública para todos incluidos los que en el
fondo piensan que lo mejor es privatizar.. ¡Uy! Externalizar los servicios.
Los
cargos públicos que nos representan porque son elegidos por los ciudadanos
deberían de pensarse las cosas una, dos, cuatro veces. Volverlas a pensar y
luego volverlas a mirar. Y además, pedir un buen consejo tampoco estaría mal.
Cuatro ojos ven siempre más que dos.